La idea de “infancia es
destino” ha sido la causa de numerosos debates entre diferentes corrientes
teóricas de la psicología, dando lugar a una intensa lucha entre ambiente y
genética, y hasta el momento no tenemos claro quién pueda ser el vencedor.
Una de las teorías que hallo
más interesantes y completas, la cual expondré un poco en los siguientes
artículos, es la teoría del apego, en
donde tenemos como pioneros a John Bowlby y Mary Ainsworth.
El primero, a partir de su
experiencia como voluntario de una casa hogar y el contacto con dos chicos desarrolló
la firme idea de que las relaciones
familiares tempranas influyen fuertemente en el desarrollo de la personalidad.
Desde los
últimos años de la década de 1960 a los primeros de 1980, Bowlby escribió tres
textos en los cuales explica su teoría.
En el
primero, Attachment, se habla de la
necesidad innata de interacción social que tenemos todos los seres humanos la
cual, durante los primeros años, se ve mejor satisfecha a través del contacto
que se tiene con el cuidador. Las personas necesitan de la protección y apoyo
de otros, sobre todo de quienes tienen un interés especial por su bienestar. Las
necesidades de protección y apoyo se ven satisfechas con un sistema conductual
de apego, un sistema organizado de emociones y conductas que promueven la
proximidad a la figura de apego. El vínculo afectivo de apego con el cuidador
actuaría como un sistema de control de la conducta encargado de regular la
búsqueda de proximidad y la conducta exploratoria según el momento y la
situación. Será así que el niño desarrollará un apego seguro cuando tenga una
representación mental de la figura de apego como disponible y que responde
cuando la necesita. Una vez apegado utiliza a la figura principal como base
segura para la exploración del ambiente y como refugio al cual retornar ante
una situación de peligro. No es diádico, sino una característica del individuo,
un vínculo que establece con el otro al que percibe como más fuerte y deseado.
Generalmente, en la mayoría de las culturas y
sociedades, la figura principal de apego es la madre ya que son las encargadas
de alimentar y cuidar a las niñas y niños pequeños. Sin embargo, la figura
principal de apego también puede ser el padre, los abuelos o, inclusive,
personal de la guardería, cualquiera encargado de sus cuidados. Posteriormente
las redes sociales comienzan a ser más complejas y la figura principal de apego
se desplaza de la madre y el padre a los grupos de pares y pareja, pero
profundizaremos en este aspecto más adelante. Aunque el apego a los padres
generalmente se mantiene, los apegos posteriores pueden llegar a ser más
importantes en la etapa adulta.
En el
segundo volumen, Separation: Anxiety and
Anger, Bowlby formula un modelo teórico sobre el desarrollo de la
personalidad. Menciona dos tipos distintos de estímulos que producen miedo en
los niños: la presencia de señales de peligro no aprendidas o adquiridas
culturalmente y la ausencia de una figura de apego. El sistema conductual de
apego se activará ante señales de peligro o estrés, unas relacionadas con el
propio niño, como lo puede ser una enfermedad, la fatiga o el dolor, y otras
con estímulos amenazantes del ambiente, especialmente los relativos a la
ausencia, retraimiento o rechazo de la figura de apego.
Bowlby se
replanteó también el concepto freudiano de mundo interno basándose en la teoría
cognitiva moderna y utilizando el concepto de modelo interno operativo (o de
trabajo). Los modelos internos se definen como concepciones que el sujeto construye
sobre la naturaleza, características y
comportamiento esperado del mundo y de los otros; los de la figura de apego y
del yo tienen especial importancia. Los niños construyen modelos internos operativos
de sus figuras de apego, una representación del cuidador, a partir de la
interacción personal. Si el progenitor reconoce las necesidades de confort y de
protección del hijo al tiempo que respeta su necesidad de exploración, entonces
es probable que desarrolle un modelo interno del yo muy positivo (se sentirá valorado
y con autoconfianza). Además, los modelos internos le sirven para predecir el
posible comportamiento de la figura de apego y planificar sus propias
respuestas, es decir, seleccionar las conductas específicas que conviene
utilizar en una situación concreta con una persona determinada.
En el tercer
y último volumen, Loss, Bowlby
utilizó la perspectiva de procesamiento de información para explicar la
creciente estabilidad de los modelos internos operativos, así como sus
distorsiones defensivas. Los modelos internos se van volviendo menos accesibles
a la conciencia al hacerse habituales y automatizarse y, como los patrones
antiguos de pensamiento y acción guían la atención y procesan la información de
forma selectiva, es normal e inevitable un cierto grado de distorsión
informativa. En ciertas condiciones en la que el acceso a la información
almacenada provocaría un grado significativo de ansiedad, se puede producir una
exclusión defensiva antes de su procesamiento. La conducta de apego y los
sentimientos asociados a ella son especialmente vulnerables a esta exclusión:
cuando el sistema de apego se activa intensamente y no alcanza su objetivo con
frecuencia o durante un tiempo prolongado
se suele producir una exclusión defensiva, como sucede en el caso de los
niños con apego de evitación.
Excluir
información de la conciencia con una finalidad defensiva puede perjudicar la
adecuación de los modelos internos a los
cambios evolutivos y ambientales que se hayan producido. Aunque la exclusión
defensiva protege al individuo de un dolor mental insoportable, de la confusión
o del conflicto, interfiere en la acomodación de sus modelos internos
operativos a la realidad externa. Los modelos representacionales funcionaran
mejor cuando sea un reflejo relativamente exacto a la realidad, requiriendo un
procesamiento consciente su comprobación, revisión y mantenimiento actualizado.
Bowlby
también plantea los siguientes cuatro estadios en el desarrollo del apego:
1. Fase de
orientación y señalización social indiscriminada (de 0 a 3 meses):
En esta primera fase el bebé no reconoce a su
cuidador, acepta a todo aquel que le brinda comodidad y emite de forma
indiscriminada sus señales. Puede discriminar la voz y el olor de su cuidador,
sin embargo, no la identifica visualmente de manera global.
2. Fase de
sociabilidad discriminante (de 3 a 6-9 meses):
Debido al desarrollo de la visión ahora el bebé es
capaz de integrar la percepción de la cara con la voz, el olor y otras
características del cuidador, en esta etapa a pesar de poder reconocer a la
figura de apego no rechaza a los extraños.
Durante esta fase el infante muestra una clara
preferencia hacia las personas que le resultan familiares y comienza a orientar
su repertorio conductual a la figura principal de apego.
3. Fase de
mantenimiento de proximidad con una figura discriminada mediante locomoción y
señales (de 6-9 meses a los 3 años):
En esta fase es cuando se consolida el apego a la
figura principal. Mediante el movimiento el niño controla la proximidad a la
figura de apego y explora su entorno, esta nueva habilidad se asocia a cuatro
conductas de apego: aproximación diferencial, a las 28 semanas; seguimiento
diferencial cuando la figura principal se marcha, a las 24 semanas; utilización
como base segura para explorar, a las 28 semanas; y regreso hacia el cuidador
como lugar seguro ante lugares de peligro, a las 34 semanas. A los 8 meses se
aflige y protesta cuando el cuidador se marcha e intenta seguirlo. Entre el los
8-10 meses comienza a mostrar miedo a los extraños. Hasta los tres años el
estrés disminuye durante las separaciones breves, y necesitan menos del
contacto físico para explorar, aunque la mayoría busca el contacto en el
reencuentro.
4. Fase de
implicación recíproca en la organización conductual del apego:
Durante esta etapa ocurren dos cambios importantes. El
primero se relaciona con la capacidad para inhibir la conducta de apego y
acoplar sus planes de proximidad con los del cuidador, resultando una
“reciprocidad emergente”. El segundo cambio se refiere a la capacidad para
operar internamente sobre los objetivos y planes del yo y del otro a la vez.
Los estudios muestran que a los tres años ocurre una importante elaboración de
los modelos internos operativos, manifestándose en un sistema más complejo de
esquemas y en una mayor capacidad para inhibir la conducta, permitiéndole
integrar sus objetivos y conductas con los de la figura de apego.
Aunque la reciprocidad corregida hacia la meta es la
última fase de desarrollo de apego, el sistema conductual continúa cambiando
después de preescolar y lo largo del
ciclo vital. Durante la infancia media los niños continúan usando a sus figuras
de apego como base segura en la exploración, aunque progresivamente van
utilizando a otros adultos y grupo de iguales.
Como pueden notarlo el
desarrollo del infante durante los primeros años de vida es mucho más complejo
de lo que podemos apreciar y su consciencia de sí mismo y del mundo va más allá
de lo que imaginábamos, quisiera conocer su opinión sobre esta teoría o si algo
de lo que he escrito les recordó algún aspecto de la convivencia con sus hijas
e hijos, sobrinos, nietos o cualquier niño o niña, recuerden que seguiré con
este tema en otros artículos.
Hola! muy interesante la nota, aunque con un léxico bastante avanzado... me intereso ya que soy madre y tuve mi segunda hija, que por cierto desarrollo la conducta de apego, creo que desde muy temprana edad! tal vez este equivocada pero solo yo lo pude sentir... desde que nació, recuerdo muy bien, ella no conciliaba el sueño si no era pegada a mi piel, dormía muy mal! jajaja pero es tan hermosa que no podía negar...ahora ya tiene 1año y 4 meses y por cierto es muuy exploradora, claro y como debe ser muy apegada a mi también! lo cierto es que me agobia tanto su comportamiento porque es siempre al limite! es la compradora de la familia obvio! :) jajaja bueno espero no haberlos cansado con mi historia muchos besos!
ResponderEliminarSaludos Romy, agradezco tu comentario y me disculpo si el lenguaje que utilicé es demasiado técnico, tomaré esto en consideración para los próximos artículos. Así como en tu caso generalmente el vínculo que tienen las madres con sus hijas e hijos es mucho más fuerte que con cualquier otra persona y gracias a sus cuidados en la mayoría de los casos se desarrollan con un apego seguro. Te comento que en el siguiente artículo explicare la clasificación de los diferentes tipos de apego, trataré que sea más digerible en esta ocasión, por favor no dudes en consultar conmigo sobre cualquier inquietud o pregunta ya que precisamente ese es el objetivo de este blog.
EliminarMuy interesante articulo.
ResponderEliminarYo tengo dos hijas, una de 3 años y la otra de 3 meses, y sin duda el articulo me recordo cada uno de los momentos vividos con la mayor. Puedo decir con mucho orgullo que yo soy su figura principal de apego y que he sabido combinar muy bien la necesidad que tiene mi hija de proteccion y la necesidad que tiene de explorar su entorno, ya que me sorprende la autoestima que tiene para su corta edad.
Felicidades por tan interesante aportacion.
Gracias por tu comentario Noemi, por lo que leo has hecho un buen trabajo al ser una base segura para tus hijas proporcionándoles cariño y seguridad al mismo tiempo que permites que desarrollen su autoconfianza. Gracias por leerme y no te pierdas el siguiente artículo ya que continuaré con este tema.
EliminarMe gusto mucho...acepto muchas criticas por que mi niño de 1 año 8 meses no lo he llevado a guarderia sin embargo estoy feliz de poder educarlo y disfrurarlo al máximo
ResponderEliminarGracias por leerme Erika, en mi opinión no considero que sea totalmente necesario llevar a los hijos a una guardería siempre y cuando alguien se encargue de proporcionarles los cuidados necesarios.
EliminarSuper el articulo, soy Psicologa y estoy montando talleres relacionados a estos temas, el vocabulario si fue muy técnico y seria rico si pusieras ejemplos para quien no logre comprender todos los postulados. Gracias por compartir!!!
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